De momento, mami ha preferido "instruirme" en el funcional mundo de la brocha de la cocina. Cuando mamá se coloca el delantal para cocinar rápidamente yo voy a coger mi taburete para alcanzar la mesa, pido mi estiloso gorro de cocinero y digo: "mamá, a ayudar".
Mi primera receta ha sido un sabroso bizcocho de yogur, que más adelante repetiría con trocitos de manzanas de nuestro propio manzano. Ninguno de los dos los comería después, no me van mucho los dulces, pero ¡me lo pasé pipa! Entre cucharada y cucharada de yogur que debía meter en el cazo, una o dos caían dentro de mi estómago. Mmmmm... ¡Té tito etá el bubú! O sea, ¡qué rico está el yogur!
Días después, dado mi rápido aprendizaje, nos introdujimos en un mundo más complicado: ¡¡las patatas a la importancia!! Las patatas se ponen blanquitas, luego se bañan en el huevo de las gallinas (¡que quede claro!) y al final mamá las fríe en el aceite. ¡Cuidado, que quema!Este es solo el comienzo de mi recetario, pronto acabaré mis clases de pinche y me convertiré en un auténtico chef.

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