Mi nombre es Ángel, tengo casi 10 meses de edad y soy el blogger que gestiona este sitio..

A continuación voy a presentaros mi mundo, mis progresos, mis aventuras, mis pequeñas gamberradas y todo aquello que rodea mi día a día.

Ya voy a la guardería, y gracias a las didácticas de estimulación temprana a la que me somenten mis papis y maestras ya soy capaz de llevar todo esto yo solito.

Espero que os guste, que disfrutéis mucho con mis aventuras y que día a día entre todos aprendamos muchas cosas y lo pasemos muy bien.

Besitos a todos y Bienvenidos

jueves, 28 de julio de 2011

Y llegó el fin de curso...

...y con él, las vacaciones de verano.

Me encanta ir a la guardería, de veras, pero la verdad es que últimamente se me estaba haciendo un poco cuesta arriba tener que madrugar cada día y separarme de mi mamá, que es quien habitualmente me lleva al cole. Un vez allí, tras un pequeño puchero, enseguida se me pasaba el disgusto, buscaba a mi primo Miguel entre los demás niños y rápidamente solicitaba mi ración de leche con cereales, antes de ponerme a escuchar durante un rato las canciones de la guarde.

El calor, el buen tiempo, el trasnochar un poquito más, los columpios, los paseos por el campo,... Todo eso era un claro indicador de que se avecinaba un cambio de rutina.

El cole se despidió de los niños y familias un viernes 17 de junio de 2011, aunque no cerraría sus puertas definitivamente hasta el próximo curso hasta el  del mes de julio. Las profes y Jesús, el cocinero, nos prepararon una gran fiesta: un vídeo recordatorio de nuestros mejores momentos del curso, un cuentacuentos del que no perdí el más mínimo detalle y una merienda "rica, rica y con fundamento", como diría Arguiñano, para niños y mayores, acompañada de una divertida sesión de columpios!!!

Por supuesto, no era día de siesta. No me dormiría hasta que me montara en el coche, que es el mejor somnífero que tengo. Pero no antes, ¿cómo oba a perderme tanta fiesta, tanta gente, tanto estímulo...? desde entonces, he aprendido que, como diría nuestro Cervantes en su Quijote, "quien mucho duerme, poco vive", y es que ya no me echo más siesta de la necesaria. Si tengo algo que ver, ¿¿por qué perdérmelo?? ;-))

Mis primeros pasos

12 meses y una semana. Esa era, aproximadamente, la edad que tenía cuando comencé a dar mis primeros pasos en solitario. Insisto, en solitario. Ya iba como una moto agarrado a mis papás con 7 mesecillos, día arriba, día abajo...

Como es natural, mis primeros pasos los daba caminando desde mamá hasta papá, o a la inversa, y cuando alcanzaba victorioso mi destino, lo celebraba con una feliz y sonora carcajada que a mis padres les sonaba a canto celestial.

Poco a poco comencé a sentirme cómodo caminando sosteniendo mi cuerpo tan solo con las dos piernas y descubrí que, para mi sorpresa, además podía aprovechar esta posición y utilizar las manos con otros fines, como coger un juguete que dejaba caer al suelo para tener una excusa para agacharme y volverme a levantar.

Para mí era todo un descubrimiento. Explorar con la cantidad de posibilidades motoras de mi cuerpo que poco a poco se iban abriendo a mi camino era lo más divertido, extraordinario y espectacular que en aquel momento me podía suceder.

Cada vez mis avances eran más y más grandes. Poco tiempo después, sin que apenas mis papás ni yo nos diéramos cuenta, comencé a caminar por mi propio pie, sin ningún tipo de apoyo necesario. De la marcha, pasé a corretear, a caminar curiosamente hacia atrás, a bailotear, a dar vueltas de pie sobre mi propio eje...

Cada día aprendo una cosa nueva, lo que me llena de entusiasmo e ilusión. Como dice la canción: "tengo tantas ganas de crecer y de aprender"... Ojalá nunca pierda esta ilusión!!!

Mi primer cumpleaños

Hace mucho que no escribo en el blog. Y lo echaba en falta. De vez en cuando me gusta poner por escrito algunos de los recuerdos más importantes de mi vida; recuerdos, muchos de ellos, que tan solo rememoraré con estos breves escritos y alguna que otra foto y vídeo, ya que rápidamente pasarán a un segundo o tercer plano en mi memoria...

Uno de ellos, sin duda, mi primer cumpleaños. Recuerdo a mis papás eufóricos y desbordados de ilusión. Preparativos, comida familiar, tarta con los tíos y los primos,... Y un terrible catarro por parte del que escribe que apenas me dejó disfrutar de la fiesta!! Para mí era todo extraño: tanta gente, tanta comida, tantos paquetes, tantas voces,... Todo ello resonaba dentro de mí como una grave voz de ultratumba.

Era mi primer cumpleaños; no entendía lo que eso significaba, tan solo que mis papás y abuelitos me preguntaban algo y yo respondía levantando tímidamente mi dedito índice. Sin embargo, todo a mi alrededor me indicaba que un primer cumpleaños era algo divertido y que, sin duda, tenía que celebrarlo a lo grande; pero mi catarro era más poderoso que todo ello.

Ya era tarde para cancelar o aplazar la fiesta. Todo el mundo estaba avisado y había hecho sus planes en función de esta celebración. Así que no me quedaba más remedio que aguantar como un grandullón -porque ya era un grandullón- el chaparrón que se me venía encima.

Lo pasé victorioso. Disfruté jugando con mis primos, con mi gatita (que poco después se despediría definitivamente de mí), con mis nuevos juguetes, e incluso comí un poco de esa tarta casera que mamá había improvisado aquella mañana.

Era domingo 3 de abril. El lunes, amanecería aún sin haber cumplido los doce meses de edad. No se produciría el cambio hasta las 22:25 de la noche. Pero el lunes era día de cole. Allí lo celebraría de nuevo con mis amigos de la guardería y con mis papás, con mi corona de papel y más felicitaciones.